Vox Dei Perú

En todo tiempo, desde la caída, hemos visto el amor de Dios hacia su mayor obra de arte, con el objetivo de restaurarlo y hacerlo heredero del Reino. En este proceso, el sacrificio a favor del hombre resume el inmensurable amor divino (Jn. 3:16). La voz de Dios que trajo a Adán de retorno a los brazos de su creador (Gen 3:9) es la misma voz que clama en el desierto: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 3:2). Juan el Bautista fue separado, advertido y anticipado a través de su padre que su deber era mayor y la correcta preparación le haría acepto a este llamado. Como parte del linaje y heredero en ministrar el santuario, no escatimó en abandonar el sistema corrupto y hacer eco al mensaje divino. Soy la voz del que clama en el desierto, era su discurso. Espera, ¿quién clama en el desierto? – Dios, Dios clama todo el tiempo que sus hijos regresen a Él (Mal. 3:7). Juan creció en el desierto, langostas y miel eran su alimento, piel de animales cubrían su trabajado cuerpo (Marcos 1:6). Completamente diferente al sistema judío, perverso, manipulado por los romanos, Juan resolvió mantenerse fiel. El profeta convencido de su llamado no dudó en llamar al pecado por su nombre. Haciendo frente a la corrupción y a la prostitución espiritual, llevó con honor este valor hasta la muerte (Luc 3:7). Hasta su regreso, La voz de Dios seguirá siendo enfática en permanecer firmes y libres de pecado, diciendo: El que quiera, tome del agua gratuitamente (Apoc. 22:17). En Vox Dei asumimos el desafío de preparar tu corazón para el encuentro con Dios. “Somos la voz de Dios, somos Vox Dei”.

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